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Las mujeres de Santa Lucía labraron en presente y futuro un mundo en el que sólo hay espacio para la igualdad

Son trabajos que no tienen horario establecido porque el fruto de lo que tienes plantado, es aquello que establece el tiempo que le tienes que dedicar, la mayoría de las veces, desde el alba hasta el anochecer, o como decimos en nuestra tierra “ De sol a sol” .

Son trabajos poco considerados por esta sociedad en la que vivimos, donde prima el interés por lo material, escasamente reconocidos, sus sueldos se situan alrededor del salario mínimo interprofesional. Y la gran mayoría de las veces las mujeres son invisibilizadas pese a realizar el mismo trabajo que los hombres.

Hoy quiero centrarme en la mujeres aparceras, mujeres que contribuyeron con su esfuerzo, sudor y en más de una ocasión alguna lágrima, ayudaron a sacar a sus pueblos adelante, y que en Santa Lucía jugaron un papel fundamental ya que sus manos además de labrar la tierra, labraron en un pasado el futuro que hoy es presente.

Desde el siglo pasado estas mujeres migraron de distintos puntos de nuestra isla, con toda su familia a cuesta, a trabajar en nuestro municipio la plantación de tomates, en la aparcería, en aquellos momentos se exportaba muchísimo producto a Europa, los maridos pactaban con el terrateniente el terreno de plantación y cobraban y eran ellas, las mujeres las que plantaban, clavaban las varas, hacían la latada, amarraban los tomateros, los deshijaban , cogían los tomates, los sacaban y muchísimas veces regaban y les ponía el producto para evitar las plagas.

A parte de todo el trabajo que desempeñaban, aportaban a la vida familiar otro tipo de economía totalmente invisibilizada y era la verdura, que plantaban en medio de los tomateros como las calabazas, calabacines, rábano, millo para los animales y recolectar la piña para los potajes etc.

Pues estas familias que migraban a Santa Lucia, tras las primeras zafras retornaban a su lugar de origen, pero poco a poco fueron viendo que nuestro municipio iba creciendo y que les ofrecía oportunidades para quedarse definitivamente a vivir aquí, por eso una gran parte de la población de nuestro municipio es foránea , en la actualidad si que hay muchísimas personas nacidas en Santa Lucia, pero sus raíces son de cualquier parte de Gran Canaria o incluso de otras islas y fueron ellas las mujeres con su doble jornada las que ayudaron al crecimiento de nuestro municipio.

Doble jornada porque eran las que se levantaban de madrugada a atender a sus hijos e hijas para que fueran a la escuela o si no llevarlos con ellas al cultivo, a realizar la tarea de la aparcería y cuando volvían realizaban las tareas del hogar ( lavar, planchar , la comida etc.) incluso llegaron a dar a luz a sus hijos e hijas en el terreno que trabajaban, pero ellas no cotizaban a la seguridad social no tenían derecho a nada eran los maridos quienes tenían estos derechos porque a ellos el terrateniente les ponían los cultivos a su nombre.

Es cierto que este trabajo les permitía un flexibilidad horaria según las necesidades familiares, (pues un pequeño o pequeña que había que llevar al medico o cualquier otra necesidad familiar) llegaban al cultivo a una hora o a otra, se gestionaban sus horarios de lunes a domingo, en este periodo de la zafra no había día de descanso el tomate tenia que ser recogido para luego empaquetar y transportar al muelle y llegar a los países Europeos en tiempo y forma, en aquellos tiempos cuando los niños y las niñas ya tenían aproximadamente entre siete u ocho años ya les ayudaban a sus madres en el trabajo de la aparcería , si la producción del tomate aumentaba no se iba a la escuela, y eran las niñas quienes asumían las tareas del hogar junto a sus madres, los niños a jugar

Es cierto que en la actualidad este modelo ha cambiado y ahora son ellas quienes negocian sus condiciones con los propietarios de los terrenos y son ellas las que cotizan.

Muchas de aquellas mujeres lograron estudiar algo gracias a Radio Ecca, que hacía una labor de alfabetización vital, luego ellas se empeñaban en que sus hijos e hijas estudiaran para que tuvieran otro tipo de vida , y ese talento se fue quedando en Santa Lucia.

Debemos estar agradecidos a agradecidas a todas esas mujeres que tejieron con su esfuerzo y determinación los fuertes cimientos sobre los que hoy se asienta un municipio que nació, creció y desarrollo a través de la constancia de todas ellas, Santa Lucía les debe tanto que lo menos que podemos hacer, es no olvidarnos de ellas reconociendo su papel en nuestro municipio en el Día Internacional de la Mujer Rural. Labrando en presente y futuro un mundo en el que solo hay espacio para la igualdad.

Olga Cáceres Peñate

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