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Buenos y falsos propósitos para 2020

Quién no ha despertado con la llegada del nuevo año y la intención de crear nuevos propósitos que cumplir. Pues bien, empecemos a saciar este intencionado deseo, que seguro es compartido. Así pues, nuestro propósito para este 2020 será falsear, desinformar, en definitiva, parasitar y destruir como forma de construcción masiva.

Si, lo han leído bien y no, no escatimaremos en desvirtuar y repartir un magnánimo despliegue pirotécnico de enredos que den, cuanto menos, mayor credibilidad a nuestras inocentes quimeras. Tampoco creo que debamos medir las consecuencias de la credibilidad que podamos perder por los falsos datos y testimonios que construyan el relato y mucho menos pararnos a pensar que esto tenga consecuencias en la vida de terceros, incluso que estos a los que citemos tengan la honradez de leer nuestras bondades.

Todo este alegato viene con la pretensión de compartir una preocupación que me asalta y que resume una frase que escuche, hace ya algún tiempo, en un discurso: “El falseamiento de la realidad, distorsiona el pensamiento de las personas”.

Este nuevo ‘propósito’ del que les hablaba en un principio se ha convertido en un ejercicio más que intencionado y cotidiano tanto en lo político como en lo social. Estamos en la era de la distorsión gratuita y mezquina de la realidad. Esto que ahora hacen llamar en las redes sociales y los medios de comunicación, las “Fake News”, es decir, las mentiras o bulos de toda la vida, ahora multiplicadas y difundidas por medios que a golpe de click generan corrientes de opinión que vaya usted luego a desmentir.

Muchos de estos relatos o mensajes apelan a la empatía de los/as consumidores/as, que utilizan estos medios como el pregón del pueblo para que todo el mundo se entere, incluso manejando la ira y el miedo como herramienta para manipular y crear ideología.

Este mercado que afecta a las páginas web y a las RRSS, lejos de su gratuidad, según las estimaciones del Global Disinformation Index, mueve 212 millones de euros al año.

Un ejemplo reciente lo encontramos en agosto con un contenido que se movía en redes y que aseguraba que un menor extranjero no acompañado (MENA) recibía 600 o 664 euros mientras que una viuda, según esta información, recibía una pensión de 360 o 426 euros. Uno de esos mensajes, el que habla de 426 euros para las viudas y 664 para los MENA, fue movido por el perfil oficial de VOX en Twitter con su propio logo.

Esto es un bulo. Un menor extranjero no acompañado no recibe 664 en España. Sí que existe una ayuda de 664 euros pero sólo en Cataluña y no a MENA sino a jóvenes mayores de edad (tanto españoles como extranjeros) que fueron tutelados por la administración. En cuanto a las afirmaciones de que una viuda recibe 360 o 426 euros de pensión, actualmente la cuantía mínima de las pensiones de viudedad es de 513€, cifra que aumenta si la persona beneficiaria es mayor de 60 años o tiene cargas familiares. Estas pensiones de viudedad son pensiones contributivas a las que tiene derecho el viudo o viuda de un cónyuge que estaba dado de alta en la seguridad social, percibía una pensión de jubilación contributiva o era pensionista por incapacidad permanente

Estas continuas peroratas, terminan con una gran dosis de despotismo generalizado por una masa deseosa de experiencias que terminan generando un comportamiento idiotizante, discriminatorio, estereotipado y manipulador que desarrolla lo que algunos llaman una crisis civilizatoria.

Se proponga o no un nuevo propósito para este año que comienza, mejor armarse de herramientas que construyan una ciudadanía crítica que rechace y combata la manipulación y los contenidos simulados y discriminatorios. Sino, como aconsejan, todo en cuarentena.

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