La vida es muy sencilla. ¿Hay un problema?, deja de quejarte. Ponte a pensar en su solución y en las posibilidades ilimitadas que tienes para cambiar esa situación.
Sé realista y evita la preocupación. Regodearse en lo inevitable no resuelve nada, solo crea un clima de negatividad potenciada en ti.
Si algo no se puede cambiar, déjalo así y continúa haciendo otras cosas que sirvan de provecho, que edifiquen o sean realmente importantes.
No te estanques con el pesar ni la tristeza de aquello que no presenta mayores alternativas a su arreglo. Hazlo con un carácter optimista y desdeñando el victimismo.
Administra tu propia energía positivamente, siempre mirando desde diferentes perspectivas. No te condiciones a una única visión de las cosas, de los asuntos, de la vida, ni de la gente. Observa desde una postura amable y diplomática, algo generosa si amerita.
No tomes todo lo que ves o escuchas como un ataque a tu persona. Si así fuera, está en ti proceder adecuadamente, de forma juiciosa y respetable. A veces guardar distancias es una excelente elección.
¿Una sugerencia? Dedícate a destacar lo bueno de la gente y de ti mismo. Sitúate en un “escalón mental superior” en lo que representa la bajeza humana. Por supuesto, sé humilde, pero sin perder el norte de tu dignidad.
Habitualmente la gente se complica ella misma con la facilidad que quiere y no con las numerosas oportunidades que alberga para ejercitar el dominio de su potencial.
Lo que llega a ti es para enseñarte algo, está en tu voluntad personal llevarlo en esa dirección o desechar la ocasión de crecer interna y personalmente. Busca soluciones. Si no las tienes, aprende y obtendrás las herramientas que te servirán para el reto.
Tú eres el que maneja tu vida. Prepárate si todavía careces de los rudimentos necesarios para afrontar, superar y obtener el éxito.
La vida es muy sencilla cuando dejes de complicarte tanto con ella misma.
David Valentín Torres
Escritor e investigador