En su espacio la Mirada Global en Radio Faro, Alba Hernández ofreció un análisis profundo de la COP30, celebrada en Belém, Brasil. Destacó que esta edición ha sido diferente porque, por primera vez, el Sur Global logró situar sus exigencias en el centro del debate, obligando a las potencias a escuchar sus reclamos de responsabilidad histórica y justicia climática. Explicó que estos países —con menores emisiones históricas— son quienes sufren con más dureza sequías, inundaciones, pérdida de cosechas, pobreza y deuda, pero sin recursos suficientes para adaptarse.

Alba subrayó que el Sur Global reclama financiación real —prometida hace años y nunca cumplida— para poder desarrollarse sin repetir los modelos contaminantes del Norte. También exigen voz y voto efectivo en la toma de decisiones climáticas.
La experta explicó por qué Brasil fue clave como sede: para enviar un mensaje claro de que el futuro climático pasa por las economías emergentes y por territorios como la Amazonía. Recordó las contradicciones políticas del país, que pese a liderar discursos climáticos, autoriza exploraciones petroleras, reflejando las tensiones que viven muchos países en desarrollo que dependen de los combustibles fósiles para financiar sus servicios básicos.
Alba cuestionó el anuncio de triplicar la financiación climática del Norte Global, calificándolo de titular vacío, porque ni siquiera se han cumplido compromisos anteriores. Afirmó que solo un mecanismo jurídico vinculante y sancionador podría garantizar esos fondos, aunque reconoce que “nadie quiere enfrentarse a las grandes potencias”.
Sobre la falta de acuerdos para eliminar los combustibles fósiles, señaló que fueron las potencias petroleras, especialmente países árabes, quienes bloquearon cualquier lenguaje fuerte sobre abandonar el petróleo. El resultado: documentos vagos sin impacto real.
También alertó sobre un nuevo riesgo detectado en la cumbre: la desinformación climática generada por inteligencia artificial, con vídeos falsos que exageran o manipulan información y pueden polarizar a la población, condicionando las decisiones de los gobiernos por miedo al coste político.
Se aprobaron indicadores globales para medir la adaptación climática, lo que podría mejorar la transparencia, pero Alba advirtió que si no son obligatorios, cada país los usará como quiera.
Hernández analizó además la “nueva carrera armamentística” por minerales clave como el litio o el cobalto, esenciales para la transición energética. Señaló que Latinoamérica se está convirtiendo en un actor estratégico global, lo que podría reconfigurar el orden mundial.
La analista comparó la vulnerabilidad de Canarias con la del Sur Global: somos territorio insular, atlántico y ultraperiférico, dependemos de recursos externos, sufrimos los impactos climáticos —como temporales, sequías y subida del nivel del mar— y muchas decisiones se toman fuera del archipiélago.
Planteó que Canarias podría posicionarse como laboratorio verde o puente atlántico, siempre que exista financiación suficiente, y reflexionó sobre la necesidad de “cambiar nuestros hábitos de consumo” si queremos una transición real.
Finalmente, se mostró pesimista sobre la voluntad política global, pero optimista en la fuerza de la presión social, recordando que muchos avances internacionales han llegado tras décadas de insistencia.
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