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Actividades Navidad

En Reyes, que no se nos olvide lo nuestro: tradición no es nostalgia, es futuro

Estos días de Navidad, pasear por un centro comercial se ha convertido casi en una escena repetida: familias enteras haciendo cola, turnos con números que llegan a la quincena, y un mismo destino en muchas manos: videojuegos, tabletas, portátiles, electrónica a toda prisa “para los Reyes”. No se trata de demonizar la tecnología ni de señalar a nadie. Sería injusto. Pero sí conviene hacerse una pregunta incómoda, y necesaria: ¿ qué estamos regalando realmente cuando todo el esfuerzo, el tiempo y el dinero se concentran en lo último que brilla en una pantalla?

Desde la Federación Canaria de Folklore lo expresan con una claridad que duele porque es cierta: en estas fechas, la prisa por consumir acaba ocupando el lugar que antes tenía el gesto de transmitir, de compartir, de enseñar. Y no hablamos de “volver atrás”, ni de romantizar otros tiempos. Hablamos de equilibrio. Hablamos de identidad.

En Canarias, un regalo puede ser mucho más que un objeto. Puede ser una semilla. Regalar un timple, una guitarra, unas púas, un tambor gomero, un pito herreño o unas lapas no es “comprar folclore” como si fuese un souvenir. Es abrir una puerta: a la música, a la memoria familiar, a la pertenencia, a la cultura viva. Es decirle a un niño o una niña: “Esto también eres tú. Esto también te pertenece”.

Porque nuestras tradiciones no están guardadas en una vitrina. Están en las parrandas y en las rondallas, en las romerías, en los ensayos de las agrupaciones, en los bailes que se aprenden mirando y repitiendo, en la historia de cada isla y de cada barrio. Están en la manera de celebrar, de reunirnos, de contar quiénes somos. Y si eso no se cuida, no se hereda.

Resulta paradójico: nunca hemos tenido tanta información, tantos contenidos y tantas posibilidades… y, sin embargo, a veces cuesta encontrar tiempo para lo esencial. Vemos a nuestros hijos e hijas manejar una pantalla con soltura, pero quizá no sepan reconocer un ritmo de isa, una folía o una malagueña; quizá no hayan sentido la emoción de sacar una melodía con los dedos por primera vez; quizá no hayan entendido que detrás de cada cuerda, cada golpe y cada nota hay una historia colectiva que nos sostiene.

Reyes puede ser una oportunidad para cambiar el foco. No para prohibir, sino para sumar. No para culpar, sino para despertar. ¿Y si este año, junto al regalo “moderno”, añadimos uno que conecte con nuestra tierra? ¿Y si, en lugar de que todo sea consumo rápido, regalamos también experiencias: una clase de timple, una visita a una agrupación, una entrada a un festival, un taller de percusión, un libro sobre nuestras músicas, una tarde en familia escuchando y aprendiendo?

La cultura no se defiende solo con discursos. Se defiende con decisiones pequeñas, repetidas, cotidianas. Con lo que se compra, sí, pero sobre todo con lo que se comparte. Y en estas fechas, cuando hablamos de ilusión, conviene recordar que la ilusión también puede ser aprender algo que te acompaña toda la vida.

Que los Reyes no nos traigan únicamente pantallas. Que nos traigan también raíces. Porque regalar instrumentos canarios es regalar música, identidad y cultura. Y eso, en Canarias, no debería ser un lujo: debería ser un orgullo.

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