Contaba una crónica periodística que cuando Ronald Reagan fue investido presidente de Estados Unidos en una casa de Islandia un niño que estaba viendo la ceremonia por la televisión dijo a sus padres “No puede ser presidente, es un hombre”. El pequeño ya había asumido que lo que ocurría en su país, Vigdigis Finnbogadottir era la presidenta de Islandia, era lo normal. Pero la realidad era que Vigdigis fue la primera mujer del mundo elegida democráticamente jefa de Estado y la primera mujer presidenta de un gobierno de un país europeo.
La propia Vigdigis ha explicado en varias ocasiones que su victoria electoral fue posible gracias a la gran movilización de las mujeres islandesas que se produjo 5 años antes, el 24 de octubre de 1975. Ese viernes las mujeres de su país se declararon en huelga en sus casas y en sus trabajos. Las guarderías, los colegios, los bancos y muchas empresas tuvieron que cerrar porque al paro de las mujeres que trabajaban había que añadir que los hombres no podían ir a trabajar porque tenían que cuidar de sus hijos. Se paralizó el país por completo y más de 25.000 mujeres (en un país de 220.000) se manifestaron por las calles de la capital islandesa.
Este 8 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, el movimiento feminista ha convocado un paro en todos los centros de trabajo para denunciar la discriminación que seguimos sufriendo las mujeres en la sociedad y en el mercado laboral, donde los salarios son un 27% inferior a los de los hombres. Las diferencias comienzan en el seno familiar, las tareas de la casa siguen siendo asumidas mayoritariamente por mujeres y no están remuneradas, la representación de las mujeres en las empresas, los sindicatos, los partidos políticos o en las organizaciones religiosas y sociales sigue siendo notablemente inferior al número de hombres.
Esta invisibilidad de las mujeres la hemos vivido durante siglos en el sureste de Gran Canaria. En su libro libro: “Mujer y aparcería”, que editó el Ayuntamiento de Santa Lucía, la historiadora Saro Bolaños realizó un trabajo de investigación que ha contribuido a poner a las mujeres en el lugar que les corresponde en nuestra historia. Decía Saro: “Las mujeres son las responsables de la mayor parte del alimento que se produce en el mundo, lo que supone una contribución al trabajo agrícola esencial. Es curioso observar, además, como a muchas mujeres que realizan trabajos dentro del hogar y también fuera de la casa, especialmente en la agricultura, se las siguen considerando desdeñosamente como ayuda familiar. “
En el caso de la aparcería escribió la historiadora santaluceña que “las mujeres fueron condenadas a la invisibilidad por las estructuras patriarcales dominantes, y ninguneadas por el interés económico de las empresas”. En la aparcería el hombre aportaba su mano de obra y la de su familia. Solo tenía contrato el hombre de la casa, el varón era el único que cotizaba el régimen de la Seguridad Social Agraria. Tras las luchas de las mujeres y los hombres de la aparcería afortunadamente la situación ha cambiado. Hoy las aparceras ocupan el 90% del empleo en este sector, y se han formado cooperativas y empresas agrícolas donde las mujeres son mayoría.
Reconozco que hemos avanzado mucho, pero también que queda mucho trabajo por hacer. El sistema patriarcal sigue presente y se manifiesta en las terribles cifras de violencia machista, en la brecha salarial, en las representaciones de las mujeres en las instituciones…Este 8 de marzo en el Ayuntamiento de Santa Lucía nos sumaremos durante 5 minutos a ese paro de mujeres convocados por organizaciones feministas a nivel internacional y por la noche acudiremos a la manifestación por el Día de la Mujer. Desde el Ayuntamiento hemos programado una decena de actos para seguir sensibilizando a nuestra sociedad, para seguir luchando por la visibilidad (para que nos vean y nos veamos) y por la igualdad.
*Dunia González Vega es alcaldesa de Santa Lucía