La Iglesia Católica ha dado sorpresas en los últimos años. Aunque preservando su idoneidad e identidad, parece estar adaptándose a la mentalidad social actual para dar pequeños pasos de avance en tolerancia e igualdad.
Recientemente un sacerdote, Juliano Costalunga, habiendo renunciado a sus oficios religiosos hace algo más de dos años, en la primavera de este año contrae matrimonio con una persona de su mismo sexo llamado Pablo.
La boda, que tuvo lugar en Maspalomas, al sur de Gran Canaria, no ha trascendido especialmente a los grandes medios y tampoco se presume el especial revuelo de la noticia por parte de clérigos ni laicos.
Roma igualmente permanece reservando el derecho a dar su opinión y dando la tregua del respeto ante este hecho.
Lo notorio han sido las declaraciones del Obispo de Verona, Giuseppe Zenti, quien ha mostrado su rechazo ante el exsacerdote gay recordándole que “nuestra fe transmitida por la Biblia sólo concibe el matrimonio entre un hombre y una mujer”. Fuerza Nueva, un partido local ortodoxo, ha pedido la dimisión del obispo.
El Obispado de Canarias no se ha pronunciado, oficialmente, sobre el retiro de Juliano Costalunga quien, en parte, no ha dejado el clero al expresar que “todavía se siente un sacerdote en su corazón y que ama a la Iglesia”.
El dogma de la Iglesia es inquebrantable especialmente en este sentido. Su apertura es muy prudente, pero no hay duda que desde el pontificado de Francisco se están dando claros visos innovadores y que van ajustándose a una religión más vanguardista.
Costalunga es feliz y experimenta su periodo de vida en Gran Canaria “con la persona que amo a la luz del sol, mientras que muchos sacerdotes, homosexuales y heterosexuales, continúan viviendo sus historias de amor en las sombras”, puntualizó el exsacerdote.
David Valentín Torres
Buen artículo que refleja una realidad dentro de La Iglesia Católica. Los cambios no son tantos, muchos gestos del Papa Francisco pero nada que se concrete. El poder de la Curia y de otras Congregaciones Religiosas se lo impide. En definitiva, tan solo se dedican a hacer una cambio de oratoria pero nada que realmente les sitúe en el siglo XXI.