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Derechos Humanos desde la Educación

 

De la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU del año 1948 nace la palabra igualdad.

En esta Declaración Universal se otorga el mismo valor y derechos a los seres humanos, lo que viene a decir en síntesis que “todas las personas tienen derecho a expresar su opinión, a creer en el dios que quieran y a elegir la pareja que prefieran”.

Setenta años después, lo que se asigna a todas las personas del mundo, no todo el mundo parece haberlo entendido esencialmente.

La etimología del término igualdad proviene del latín aequalitas, lo que significa “llano” o “equilibrado”, guardando analogía con aquello que es proporcional, donde un todo forma parte consistente, incluso en la variedad, repartiéndose en partes efectivamente iguales.

En definitiva, cada persona, diferente en su creencia, etnia, sexualidad, ideología, etc., es merecedora de unos derechos y deberes bajo el mismo contexto del respeto que cualquier otra.

La historia ha demostrado, con numerosos movimientos activistas de diversa índole, desde el feminista, pasando por el LGTBI y hasta los políticos o religiosos, el afán para proclamar y asegurar la igualdad de los derechos entre sus filas.

Todos, con mayor o menor trascendencia, han tratado de legitimar sus igualdades ante el conjunto de la sociedad.

Cada nación y estado debe velar por este “equilibrio” de condiciones protegiéndolo y evitando cualquier discriminación u opresión entre sus habitantes.

No obstante, aunque los Derechos Humanos son explícitos en este sentido, en la actualidad es conocida “a voces de muchos” la transgresión u omisión de la aplicación equilibrada a estos derechos y deberes sobre la igualdad.

Considerando que las bases de una sociedad parten de su educación, convendría replantearse si el sistema educativo, desde las escuelas a las instituciones superiores, está orientado a la formación en valores fundamentales y humanos.

Probablemente este sea el factor crucial que, de implementar temas donde se postule a la comprensión, tolerancia e igualdad, evitaría la vulneración de cualquier derecho, libertar o deber a mediano plazo.

Leer y conocer es una tarea muy fácil, pero llega a ser vacía de no obtenerse una consciencia y visión clara sobre lo que tiene que aplicarse, no teórica, sino factualmente.

«Estoy convencido que la educación será nuestra mejor esperanza, pero de ninguna manera la educación que tenemos. Tenemos una educación para que nuestra próxima generación se nos parezca, pero nos urge tener una educación que nos ayude a evolucionar, personal y socialmente, para que podamos así dejar atrás nuestras plagas». – Claudio Naranjo. Psiquiatra, docente y humanista

David Valentín Torres

Escritor de psicología y filosofía

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