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TRIÁNGULO DE MANDOS EN LA POLICÍA LOCAL: UNA HISTORIA DE AMISTADES, MUTACIONES Y VOCACIÓN SERVICIAL

San Bartolomé de Tirajana. La reciente convocatoria de dos plazas de subinspector en la Policía Local ha desatado más revuelo interno que un operativo que la cabalgata del Carnaval. Todos miran a tres oficiales. Tres. No cuatro, no cinco. Solo tres. Y es que, aunque oficialmente pueden aspirar cuatro personas, el cotarro está entre tres íntimos amigos/as que, según cuentan, comparten algo más que patrullas: complicidades, confidencias… y quizás una visión estratégica de su futuro profesional hasta ahora….

Durante la pasada legislatura, estos tres nombres resonaban en los pasillos como los fieles escuderos de la entonces alcaldesa Conchi Narváez (PSOE). Tan fieles, dicen, que fueron sus ojos, sus oídos y —según sus críticos— hasta su brazo ejecutor dentro del cuerpo policial. No en vano, los tres obtuvieron gloriosamente sus plazas de oficiales justo antes de las elecciones municipales de 2023, en un proceso que dejó cicatrices, denuncias cruzadas y algún que otro pico de tensión en los vestuarios.

Pero la política, como la naturaleza, exige adaptación. Y tras la derrota de Conchi (PSOE) y el ascenso de Marco Aurelio Pérez (AVPP), algo casi mágico ocurrió: los tres oficiales, antes con carné simbólico del PSOE tatuado en el alma, sufrieron una mutación ideológica digna de estudio clínico. Hoy no solo caminan al ritmo del nuevo alcalde, sino que uno de ellos/as acumula más nombramientos en tribunales municipales que un notario en época de oposiciones. Los “otros” sindicatos observan, anotan… e investigan, claro.

Y hablando de sindicatos, hay uno que merece capítulo aparte: aquel que antaño fue brazo sindical del PSOE en el municipio, y que hoy parece haberse convertido en la muleta de AVPP. Su actual líder, conocida por su pasado cercano a los socialistas (e incluso, según se comenta, por haber ido en sus listas electorales), también estaría aspirando a una plaza de administrativa. Tal vez por eso algunos ven en su hiperactividad actual una mezcla de vocación sindical… y sentido de la oportunidad. Desde luego, coparticipar en el nuevo orden laboral local tiene sus incentivos, dicen algunos con media sonrisa. Veremos pronto si Marco se lleva o no en sus listas a la susodicha líder sindical en las próximas elecciones

Pero volviendo a los tres oficiales. Dos de ellos aterrizaron en las listas también de este sindicato que históricamente fue la sombra del PSOE en el municipio, y que ahora, sorprendentemente, ha pasado a ser el bastón sindical del nuevo gobierno. Y estos desde su posición sindical, han impulsado propuestas como la creación de una plaza superior para el jefe de bomberos —único candidato posible, por cierto— o una plaza de comisario principal que también curiosamente el único candidato será el actual jefe de policía, un cargo (el de comisario principal) que solo tiene Las Palmas de Gran Canaria con casi 400.000 habitantes y 500 agentes. San Bartolomé apenas llega a 50.000 vecinos y 90 policías. Pero ya se sabe: el que no apunta alto, no llega lejos. ¿Será la propuesta de creación de estas dos altas plazas en bomberos y policía el pago para las dos de subinspector?. Para quienes gustan de los puzzles administrativos, cada pieza parece encajar con precisión suiza.

Todo este rediseño de plazas —entre bomberos, policías y administrativos— no responde a ningún plan estratégico aprobado, ni a un estudio de necesidades operativas. Pero eso sí: cuadra a la perfección con las afinidades personales y con las expectativas laborales de unos pocos. Porque si algo tiene esta corporación es creatividad para ajustar el presupuesto… al interés de sus elegidos.

¿Y cuál es el objetivo final de tanta arquitectura? Pues, según se rumorea, las dos plazas de subinspector que ahora salen a concurso podrían ir a parar, con precisión milimétrica, a dos de los tres oficiales ya mencionados. Pero claro, en todo trío hay uno que sobra, si digo uno porque “la otra” dicen que ya se sabe quién la ostentará. ¿Será sacrificado el íntimo de la íntima para que el otro que en 2023 dio la cara por ellos, entre? ¿O los dos “más cercanos” acabarán traicionando al tercero, aquel que les abrió la puerta en 2023 para ser Oficial?

Y si algo no se deja al azar, son los tribunales. Hay quien lleva más designaciones como vocal que trienios en el cargo. Algunos tribunales parecen más bien un club selecto que un órgano imparcial. Y todo legal, claro. Muy legal.

Se diría que en este Ayuntamiento el mérito se mide por la fidelidad, y la capacidad por el número de veces que uno ha aplaudido el discurso del alcalde. Porque para todo lo demás ya están los tribunales… esos donde siempre suena la misma música.

Mientras tanto, el PSOE local —otrora protagonista— anda más perdido que Wally en un festival de disfraces. Ni están, ni se les espera. Observan desde la barrera cómo quienes antes fueron su gente ahora aplauden desde el palco de enfrente.

Y en la sala de máquinas del gobierno, Marichal (CC) calla, observa y se ajusta la corbata, sabedor de que mover una ficha más podría tambalear el pacto municipal. Como buen equilibrista, se limita a mirar de reojo cómo AVPP coloniza el Ayuntamiento cual araña del toro ochentera, tejida con funcionarios afines, expedientes impecables y muchas sonrisas protocolares.

Así se construye, al parecer, la nueva nobleza municipal: entre cambios de camiseta, sindicatos de ida y vuelta, y plazas públicas con nombre y apellidos aún por desvelar.

Tal vez en unos años alguien desempolve estos expedientes, revise los tribunales y se pregunte si todo fue tan transparente como parecía. Pero para entonces, la plaza ya estará ocupada, el decreto firmado y el silencio bien repartido. Como lo que pasó hace más de 10 años con la plaza de Comisario actual.

San Bartolomé no necesita un comité de sabios ni una auditoría externa. Tiene lo que siempre ha funcionado: una red perfectamente engrasada, un sindicato obediente y una administración que no necesita coacción, sino una llamada a tiempo. Todo parece tan natural, que hasta la oposición guarda silencio. O peor aún: ni siquiera entiende el tablero donde se juega la partida.

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