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“Municipalistas Primero Canarias: la ruptura con la vieja Nueva Canarias abre paso a un proyecto democrático y participativo para el futuro de las islas”

A comienzos de este mismo año, después de meses pidiendo infructuosamente la renovación de las estructuras y la dirigencia de la vieja Nueva Canarias, un amplio grupo de militantes y organizaciones municipales tomamos la difícil decisión de abandonar el proyecto que con tanto esfuerzo habíamos contribuido a construir.

En sus veinte años de historia, desde 2005, la dirección del partido no había evolucionado. La organización seguía controlada por las mismas personas, una dirección inmovilista y cada vez más impopular que con los años fue perdiendo el favor de las bases y de los votantes, como se demostró una vez más con los resultados de las elecciones locales y autonómicas de 2023. En prácticamente todos los municipios, los votos obtenidos en el ámbito municipal e insular superaron ampliamente –en muchos casos duplicaron– los recibidos al Parlamento de Canarias. Nuestro cabeza de lista al Parlamento se había convertido en un auténtico lastre electoral. Con lealtad, generosidad y discreción, solicitamos iniciar un proceso de renovación que considerábamos inaplazable e imprescindible para evitar que la pérdida continuada de votos comenzara a afectar también, por contagio o agotamiento, a las candidaturas municipales, verdadero pilar de nuestro proyecto político.

No se nos quiso escuchar. Todo lo contrario. Fuimos señalados, criticados y denostados. Se nos invitó públicamente a irnos del partido, con una mezcla de soberbia y desprecio, seguros que estaban, desde su auto percibida superioridad moral e intelectual, de que no nos atreveríamos nunca a ello. Simplemente no nos creían capaces, nos infravaloraban. Estaban convencidos de ser ellos los dueños del kiosko. Creían que el partido, las siglas, los militantes y los votos eran de su exclusiva propiedad. Sin ellos, líderes imprescindibles, no habría partido y los demás sencillamente éramos nada ni nadie. Un grave error de cálculo. Una enorme temeridad.

En mayo, arropados por más de mil militantes y simpatizantes, presentamos el proyecto de Municipalistas Primero Canarias. En octubre celebraremos nuestro primero congreso, nuestro congreso constituyente, con el que pondremos a andar la maquinaria de esta ilusionante organización. Las diferencias de funcionamiento ya son evidentes. Nuestro pensamiento, nuestra acción política y nuestras normas organizativas las estamos decidiendo en democracia, con la participación activa de las bases, que asamblea a asamblea están debatiendo las ponencias ideológica, política y de estatutos, así como las propuestas de resolución que marcarán nuestro camino. Nadie impone sus ideas ni sus intereses.

Municipalistas Primero Canarias se construye democráticamente, con transparencia y participación, con respeto a las bases y a la militancia, con la implicación y el trabajo de todas las asambleas locales.

En todo este proceso, sin embargo, seguimos siendo objeto de la crítica constante, cruel y desmedida por parte de las mismas personas que nos señalaron la puerta de salida. Algunos de nuestros antiguos compañeros, lejos de centrarse en frenar su propia decadencia, probablemente asustados al verse tan solos y ante el incierto futuro político que les espera, no hacen otra cosa que hablar de nosotros. Antes apenas existíamos, no nos hacían caso. Ahora somos el centro de sus pensamientos. Riegan bulos, insidias y falsedades, tratan de dañar nuestra reputación, intentan poner palos a nuestras ruedas.

Resultan especialmente paradójicas las acusaciones de algún veterano dirigente que hoy llora una ruptura de la que nos hace únicos responsables. Nada hizo cuando le pedimos apoyo para la necesaria renovación. Se puso entonces de perfil. Estuvo ausente. Aceptó la absoluta falta de democracia interna. Toleró el nepotismo y la plutocracia de una dirección rancia y caduca, formada por coetáneos suyos, de su misma generación política. Con aquel silencio cómplice e indolente, sin un mínimo ápice de autocrítica, amparó aquel continuismo suicida. Ahora, en

cambio, pontifica urbi et orbi, para profunda decepción de quienes alguna vez le tuvimos en consideración. ¿Cómo se atreve? ¿Con qué derecho? La rasquera de estos viejos dirigentes es entendible. Con nuestra salida sus siglas han quedado vacías, huecas, sin sustancia. En contra de lo que habían imaginado, hemos puesto fin a su falsa hegemonía, a sus manejos y conspiraciones, a sus poltronas.

Nos llaman traidores estos desmemoriados. Dejar un proyecto agotado y crear una nueva organización democrática es traición en 2025, pero no lo fue en 2005, cuando ellos mismos lo hicieron al abandonar Coalición Canaria, manteniendo por cierto sus cargos institucionales. Doble vara de medir. Descaro. Indecencia. Indignidad.

Especulan también sobre nuestras posibles alianzas futuras. Temen que lideremos un proceso de unidad nacionalista y demonizan toda incorporación de dirigentes, militantes y simpatizantes a Primero Canarias. Crecer, ganar adeptos, conseguir apoyos, obtener mayor respaldo popular parecen ser delitos de lesa humanidad. Por lo visto, no podemos dialogar ni llegar a acuerdos con nadie. Lo dicen quienes permitieron sin rechistar los pactos de la vieja Nueva Canarias de Román con Lorenzo Olarte y sus delfines, Julio Bonis y Luis Hernández, con el PNL de Juan Carlos Becerra, Pedro de Armas y Juan Francisco Reyes, con el PIL de Dimas Martín y familia, con Por Tenerife de Santiago Pérez o con Coalición Canaria, en un vergonzante acuerdo de time sharing para repartirse la titularidad del escaño conseguido en 2019 en las elecciones al Congreso de los Diputados. Además de desmemoria hay que tener mucha cara y muy poca vergüenza.

Aunque estos gerontócratas no parezcan enterarse, los tiempos han cambiado en Canarias. Las generaciones actuales ya no aceptamos la carga de unos antiguos dirigentes políticos cargados de ego, prejuicios y odios, que arrastran por donde van sus intereses particulares, sus rencores del pasado y sus eternas ambiciones de poder. Canarias quiere, necesita, pasar página. Ǫueremos evolucionar, dejar atrás los viejos personalismos, las divisiones minimizantes, los enfrentamientos estériles, las miserias políticas de antaño. Necesitamos un pueblo unido en la defensa de los intereses generales de nuestra tierra y de nuestra gente, en torno a la idea primordial de Primero Canarias.

Sentimos el apoyo mayoritario de quienes siempre han formado parte de nuestro espacio político. La inmensa mayoría del nacionalismo progresista nos apoya, nos anima, nos empuja a seguir en este camino recién emprendido. Y por mucho que ladren desde fuera, seremos nosotros quienes decidamos nuestro propio rumbo con libertad y autonomía, sin tutelas externas, ni de unos ni de otros. No habrá grupúsculos cerrados ni conciliábulos de mandamases queriendo manejar el proyecto a su antojo. Nuestro futuro, el futuro de Municipalistas Primero Canarias, será decidido en democracia, con la participación de todas las personas y organizaciones que formamos parte de este ilusionante e imparable proyecto político, tan necesario para Canarias.

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