En su último espacio del año “Mirada Global” en Radio Faro, Alba Hernández analizó cómo el colonialismo y las relaciones de poder siguen marcando la política internacional actual, desde Venezuela hasta Gaza, pasando por Europa y Canarias. Explicó que la escalada militar de Estados Unidos contra Venezuela bajo la presidencia de Trump no puede entenderse solo desde el discurso del narcotráfico, sino como una estrategia postcolonial para convertir a Caracas en “enemigo legítimo”, justificar una intervención sin pruebas claras y asegurar el control de recursos como el petróleo. Al mismo tiempo, fue muy crítica con el régimen de Maduro, al que definió como totalitario y violador de derechos humanos, pero advirtió contra “tragarse” la retórica de intervenciones supuestamente humanitarias que solo traen más violencia y sufrimiento civil.

Sobre Gaza, Alba denunció la hipocresía de la comunidad internacional: principios como los derechos humanos o la “responsabilidad de proteger” se aplican con rapidez frente a Rusia en Ucrania, pero se ignoran cuando afectan a la alianza con Israel. Destacó que España ha adoptado una posición más valiente que otros socios europeos, reforzando su imagen democrática, mientras la derecha y la ultraderecha dentro del país exhiben una doble vara de medir en materia de derechos humanos. También advirtió de que Europa está pagando ahora el precio de haber tolerado durante años los excesos de Trump: tras mirar hacia otro lado cuando atacaba a otros, ahora el expresidente dirige su presión hacia el propio continente, y Alba reclamó una Europa más unida y menos dependiente de Washington.
Hernández abordó además el retroceso de las democracias liberales, apuntando a la frustración de una juventud muy formada que no puede acceder ni siquiera a un alquiler digno, en un contexto de precios de vivienda disparados en toda Europa. Señaló el auge de la extrema derecha y de los populismos alimentados por las redes sociales, la idealización ingenua de regímenes autoritarios y la peligrosa infravaloración de la libertad de expresión. Vinculó el uso político del miedo a la migración con la negativa de Occidente a asumir su responsabilidad histórica en guerras, saqueo de recursos y desigualdad global, denunciando que Canarias se ha convertido en escudo de la Unión Europea en la ruta más mortal, sin los recursos necesarios, mientras se cierran vías legales y se empuja a la gente a rutas cada vez más peligrosas. También defendió que la justicia climática es, en el fondo, una lucha postcolonial: el norte global sigue decidiendo mientras el sur, históricamente expoliado, paga la factura ecológica sin medios para afrontarla. Como hilo conductor del año, Alba subrayó que el colonialismo no es pasado, sino estructura viva que atraviesa guerras, migraciones, clima y democracia, y reclamó una ciudadanía crítica que lea, contraste, debata y no se conforme con vídeos de segundos en redes. Su mensaje final a la audiencia de Radio Faro fue claro: lo que ocurra en Gaza, Venezuela o África también se decide en nuestra forma de informarnos, votar, discutir y no dar por sentados los privilegios de vivir en democracia.
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