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Trump, Gaza y la sentencia al fiscal: el año político que pone a prueba la democracia… y también a Canarias

En esta tertulia especial de fin de año en El Batiburrillo, la abogada Vanessa Ramírez hace un recorrido crítico por las grandes noticias de 2025 y cómo terminan repercutiendo en la vida cotidiana de la ciudadanía, también en Canarias. Arranca con la sentencia del Tribunal Supremo contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, condenado por revelación de secretos en el caso del novio de Ayuso. Subraya el peso de los votos particulares, casi cien páginas que desgranan las pruebas y concluyen que debió dictarse el sobreseimiento. Advierte de que la condena crea jurisprudencia y abre una “veda peligrosa” para la relación entre justicia y política, afectando a la separación de poderes y al modo en que se instruyen los procedimientos penales. Aunque el fiscal pueda recurrir al Constitucional y a Europa, insiste en que “el daño personal y profesional ya está hecho” y que este fallo puede funcionar como aviso a cargos públicos que se enfrenten a determinados poderes.

Desde ahí salta al tablero internacional con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca y su impacto en el mundo. A su juicio, Trump gobierna la política exterior como si fuese un negocio, y eso se refleja en varios frentes: el apoyo a Israel y la devastación de Gaza, donde recuerda proyectos antiguos para abrir un canal estratégico vinculado al comercio global y al cuello de botella del canal de Suez; el interés de Estados Unidos en controlar el petróleo venezolano porque sale “mucho más barato” que depender de otros productores; y los acuerdos entre Congo y Ruanda para, en realidad, asegurar el control de minerales claves extraídos con mano de obra infantil. En Ucrania, denuncia que Trump ha tratado a Putin como un empresario, obviando que se trata de un líder autoritario con otra lógica de poder, y recuerda que detrás de la guerra hay también incumplimientos o tensiones en torno a pactos previos entre Occidente y Rusia.

Ramírez sostiene que Estados Unidos ya no es un socio fiable para Europa. Pone como ejemplo que, en una guerra en territorio europeo como la de Ucrania, la Unión Europea ha quedado sentada “como un peón más” mientras otros negocian. Relaciona esta debilidad con la crisis del Estado del bienestar, que se introdujo tras la Segunda Guerra Mundial también para evitar revueltas obreras y que hoy se ve erosionado por la globalización y el modelo económico. Al mismo tiempo, observa cómo el “trumpismo” ha contagiado a la política europea y española: primero al Partido Popular, especialmente en Madrid con la figura de Ayuso, y después a Vox, que intenta modular su discurso para parecer menos radical sin dejar de serlo en el fondo.

En cuanto a las guerras, afirma que la de Ucrania se ha “normalizado”: sigue ahí, pero ha desaparecido del foco mediático mientras la gente en Kiev vive con bombas y miedo. Cree que el conflicto puede enquistarse años y que parte del territorio ucraniano se acabará cediendo de facto a Rusia, dependiendo del papel que juegue realmente la Unión Europea. Respecto a Gaza, denuncia sin rodeos un genocidio y asegura que el día a día del pueblo palestino no ha cambiado, aunque la cobertura mediática haya caído. Cita vídeos recientes de jóvenes palestinos desarmados abatidos a tiros como prueba de que la violencia continúa. Destaca positivamente que España, Países Bajos, Irlanda e Islandia abandonen Eurovisión por la presencia de Israel, y critica el doble rasero europeo que expulsó sin pestañear a Rusia de competiciones mientras mantiene una enorme cautela con Israel, en parte por el “complejo histórico” de Alemania.

Sobre Venezuela, sostiene que el discurso contra el narcotráfico es una pantalla y que lo que realmente está en juego es quién controla el petróleo. No suaviza su juicio sobre Maduro —al que califica de incapaz—, pero alerta de que la alternativa que se promueve desde Estados Unidos apunta a un gobierno moldeado a su conveniencia. Relaciona las sanciones, la tensión militar en el Caribe y los movimientos en Puerto Rico con esta estrategia de control energético.

Al bajar al escenario español, describe un año de máxima tensión política: ley de amnistía, caso Koldo, investigaciones que salpican al entorno de Pedro Sánchez y el uso constante de escándalos —reales, construidos o amplificados— para erosionar la figura del presidente. Precisa que no existe un “caso Ábalos” como tal, sino el caso Koldo, en el que aparecen Koldo, Ábalos y Cerdán, con dos de ellos en prisión provisional. Añade el ejemplo de Francisco Salazar, donde solo hay hasta ahora denuncias internas por acoso pero ningún procedimiento penal, y, sin embargo, se le arrastra a la comisión del caso Koldo, lo que interpreta como una estrategia deliberada de daño reputacional hacia el Gobierno.

Ramírez explica cómo todos los partidos construyen su relato, pero subraya la operación específica de despersonalizar a Pedro Sánchez mediante la etiqueta “sanchismo”, algo “de manual” en ciencia política: convertir a un líder en una corriente difusa para hacer más fácil atacarlo. A su juicio, España vive un momento de polarización extrema y propone que el verdadero “centro de gravedad” debería ser la coherencia entre lo que los políticos dicen, hacen y cómo viven. Cita como ejemplo positivo la trayectoria de Gabriel Rufián, aunque recuerde que no se presenta a nivel nacional. De cara al futuro, ve probable un adelanto electoral, pero solo cuando estallen los grandes casos judiciales pendientes del Partido Popular (Kitchen, residencias de mayores en Madrid, investigaciones sobre la pareja de Ayuso, etc.), momento en que —opina— el desgaste cambiará de lado.

En el tramo final, conecta toda esta geopolítica con la vida diaria de una familia media en España: alquiler desbocado, cesta de la compra, listas de espera sanitarias. Habla de un “abandono generalizado” de los derechos fundamentales y recuerda que los pilares básicos del Estado social —vivienda, sanidad, educación y comida— no son lujos, son la condición misma de la libertad real. Preguntada por la noticia o tendencia que marcará el 2026, confiesa que lo que más le ha impactado este año ha sido el sufrimiento del pueblo palestino, hasta el punto de tener que apagar la televisión por la crudeza de algunas imágenes, y teme que el objetivo de fondo sea expulsar definitivamente a los palestinos de su tierra.

Mirando a Canarias, lanza un mensaje directo: pide a los canarios que no olviden sus raíces, que identifiquen quién ha defendido realmente sus intereses y quién no, y que dejen atrás el complejo de ser “unas islitas aisladas”. Insiste en que la sociedad canaria tiene mucho más poder del que cree y que debe ejercerlo, saliendo a la calle cuantas veces haga falta para defender sus derechos, siempre desde la protesta pacífica.

Para cerrar, reivindica la radio como uno de los medios más reales y cercanos, recuerda que ella misma empezó en ese mundo con 15 años y anima a seguir escuchando programas como El Batiburrillo. Su petición a los oyentes es clara: leer mucho más, sobre todo filosofía e historia, y contrastar información en fuentes veraces para no caer en engaños y campañas de desinformación masiva. Se despide deseando salud, paz y felicidad para 2026, avanzando que su despacho seguirá trabajando tras el periodo inhábil de Navidad, aprovechando el parón para formarse, mejorar la atención a los clientes y preparar nuevas propuestas y sorpresas jurídicas para el año que viene.

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