En política municipal hay quien persigue el gasto público con lupa… siempre que no mire hacia casa. Y hay quien convierte la Navidad en un campo de batalla ideológico donde el enemigo no es el despilfarro, sino el detalle.
Eso es exactamente lo que ocurre en Santa Lucía de Tirajana, donde el concejal Juan José Ramos (AV-PP) ha decidido judicializar dos cuestiones muy concretas:
1. el abono de una productividad a trabajadores del Ateneo municipal, y
2. la entrega de un modesto paquete navideño —no una cesta— a la plantilla municipal.
Según su tesis, reconocer económicamente a trabajadores que sostienen, año tras año, la Navidad, la cabalgata de Reyes, los carnavales, buena parte de la programación cultural, gestión de las bibliotecas y todo el deporte del municipio de Santa Lucía sería poco menos que una ilegalidad intolerable. Hablamos, además, de algunos de los empleados municipales peor retribuidos, pero también de los más visibles cuando toca trabajar para que el municipio disfrute.
El resultado práctico de esta cruzada es conocido:
– Santa Lucía se queda sin paquete de Navidad en 2025, rompiendo una tradición consolidada.
– Sobre los trabajadores del Ateneo planea ahora el temor a posibles reintegros, no por una decisión propia, sino por una batalla política ajena.
La diana tiene nombre: Francisco García
La ofensiva no va realmente contra un turrón ni contra una paga concreta. La diana es política y tiene nombre y apellidos: Francisco García, alcalde de Santa Lucía de Tirajana.
El mensaje es claro: cualquier gesto hacia los trabajadores será convertido en denuncia, recurso o procedimiento judicial. El alcalde queda así señalado, mientras casi 1.000 empleados públicos quedan convertidos en rehenes colaterales de una estrategia de oposición basada en la judicialización sistemática.
El problema del doble rasero
Hasta aquí, podría tratarse de una discrepancia legítima si no fuera por un detalle incómodo: el doble rasero.
Porque mientras en Santa Lucía Juan José Ramos (AV-PP) denuncia hasta el más pequeño detalle navideño, en San Bartolomé de Tirajana —municipio donde trabaja como jefe de servicio nombrado de forma temporal “a dedo” y donde gobierna su partido junto a Marcos Aurelio— el concepto de “productividad” adquiere otra dimensión.
Según los datos que se manejan en una denuncia formal presentada ante el Tribunal de Cuentas, en este 2025 el volumen de productividad abonada en San Bartolomé de Tirajana podría superar los 4 millones de euros. No es una cifra inventada ni un rumor de barra de bar: es el dato que sustenta al parecer en esa denuncia que deberá ser analizada por el órgano fiscalizador.
Y aquí surge la pregunta incómoda:
¿por qué el turrón de Santa Lucía merece tribunales y titulares, pero la productividad millonaria de San Bartolomé exige silencio, opacidad y discreción?
El brindis que no debía verse
La escena navideña termina de retratar la incoherencia. El pasado 12 de diciembre, en las oficinas municipales de San Fernando (San Bartolomé de Tirajana), responsables políticos y cargos celebraron un brindis navideño en la parte trasera del edificio, lejos de miradas indiscretas.
Nada ilegal, probablemente. Pero sí profundamente revelador:
en Santa Lucía se denuncia un paquete de Navidad de pocos euros para mil trabajadores;
en San Bartolomé se brinda, se come y se bebe a cubierto, mientras se gestionan —según denuncia— millones en productividad.
La austeridad, al parecer, es territorial.
Nombramientos según convenga
La ironía se vuelve completa cuando quien denuncia en Santa Lucía los nombramientos temporales irregulares es la misma persona que acepta y ejerce un (o más) nombramiento temporal por designación directa de Marcos Aurelio en San Bartolomé de Tirajana, sin proceso selectivo ni igualdad.
Lo que en un municipio es “escandaloso”, en el otro es “necesario”.
Lo que en Santa Lucía se lleva a los juzgados, en San Bartolomé se normaliza.
Conclusión: trabajadores como moneda de cambio
Este no es una opinión contra la fiscalización ni contra la legalidad en las Administraciones Públicas. Es, precisamente, una defensa de ambas. Pero sin hipocresía.
Porque cuando la política convierte a los trabajadores municipales en rehenes, al alcalde en diana y a la coherencia en una molestia, deja de ser control del gasto y pasa a ser ajuste de cuentas político.
En Santa Lucía le han quitado hasta el turrón a los trabajadores este año, mientras en San Bartolomé se reparten productividades millonarias y se brinda por la puerta de atrás de las oficinas municipales.
Y entre una cosa y otra, los empleados públicos aprenden una lección amarga:
la legalidad, como la Navidad, depende del código postal.
En fin, a todos muchas felicidades en estas fiestas




Bueno pues los más de 1000 empleados con sus familiares también son votantes, y ya saben a quién no han de votar. Y no por una cesta de Navidad sino para que no gestione el Ayuntamiento Satán= Juan José Ramos
Resulta profundamente vergonzoso que quien hoy se sienta en el sillón de Recursos Humanos utilice el poder para dañar a los trabajadores: donde no gobierna todo le parece mal y donde manda todo es perfecto; ese doble rasero, tan dañino como revelador, solo puede calificarse de auténtica sinvergonzonería.
Y en Santa Lucía él y su brazo ejecutor, JM líder de Sepca, han dejado a los trabajadores sin cesta y sin brindis. Porque ambos que son una misma persona, se han encargado de denunciar hasta que han dejado a los trabajadores sin un paquete que era algo bonito en estas fechas y sin el brindis que también lo denunció. Chusma. Diablos que son unos demonios. Pero tanta maldad la pagan de esto no hay duda.
Dice la noticia que cualquier gesto hacia los trabajadores es convertido en denuncia. Esto sucede porque el líder de Sepca en Santa Lucía es a la vez el número 3 de en el partido político de Juan José Ramos. Es decir, Juan José Ramos coloca en la lista a concejal a un sindicalista para que le haga el juego sucio contra los trabajadores. No se puede ser mas ruin.