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¿De qué “brujas” hablan?

 

El Ayuntamiento de Santa Lucía a través de la concejalía de Cultura ha decidido denominar los actos de la noche de San Juan la “Noche de Brujas”, después de cuatro años celebrándose como “Noche Embrujada” en Pozo Izquierdo.

 

Pudiera parecer que este cambio no tendría que suscitar mucho debate. Sin embargo, si entramos en el significado profundo de la expresión y sus connotaciones negativas, sale a la luz el trasfondo. El lenguaje al que estamos acostumbrados también esconde trampas casi imperceptibles que proyectan una imagen negativa y estereotipada de la mujer. Y como sociedad evolucionada y sensible a la igualdad, debemos estar muy alerta, especialmente desde las administraciones públicas. Es aquí, más que en ningún otro ámbito, donde la transmisión de mensajes, ya sea acerca de eventos festivos o no, debe estar presidida por el respeto y por la eliminación de cualquier atisbo de discriminación sin importar el formato.

 

Esta incomprensible decisión, especialmente tras consolidar un cambio aceptado por la ciudadanía en la denominación de este proyecto, me llevó a reflexionar sobre cuales son las “brujas” que inspiran este espectáculo.

 

Por ello decidí viajar en el tiempo para situarme en los siglos XV y XVIII en los que miles de mujeres fueron asesinadas cruelmente por “brujas”, al considerar que constituían una amenaza para la cristiandad. Una etapa en la que la misoginia campaba a sus anchas, dando lugar a la conocida como “caza de brujas” (expresión que aún sigue vigente en referencia a la persecución de grupos de personas o de opinión). Acciones auspiciadas por el libro que precisamente instigaba la “caza de brujas” (Malleus Maleficarum), en el que encontramos afirmaciones como “toda maldad es poco para la maldad de una mujer”.

 

Entre los siglos XVI y XIX se calcula que en Europa murieron más de 50.000 mujeres ahorcadas, quemadas en la hoguera o decapitadas. De los más de 100.000 juicios (realizados todos por hombres) en circunstancias similares al conocido caso de las Brujas de Salem. Concretamente, el 1 de marzo de 1692 se iniciaron los trágicos juicios a las mujeres acusadas de brujería en este poblado de Nueva Inglaterra. Sin ninguna prueba, con testimonios arrancados bajo tortura, fueron condenadas cerca de 200 personas y 20 murieron ahorcadas.

 

No es necesario viajar tanto en el tiempo para encontrarnos con estas atrocidades. En nuestros días, en Tanzania, alrededor de 500 ancianas son asesinadas cada año acusadas de brujería. En otros países como India y Nepal también este tipo de atrocidades son frecuentes.

 

Sigo en mi intento de identificar a las “brujas” que pueden inspirar la denominación de la noche más mágica del año en Santa Lucía. Me detengo en mis recuerdos de la niñez, en el entorno rural el que me crie, en el que la etiqueta de “bruja” llevaba asociada la marginación y el rechazo, a pesar de acudir a ellas para conseguir algún remedio que aliviara la dolencia de turno, a través de remedios naturales que pasaban de generación en generación. A ellas se les llamaba brujas, pero a ellos “curanderos” o “yerberos”.

 

En ocasiones, esta etiqueta de bruja se asignaba simplemente por algún rasgo de la personalidad o físico que alejara a la mujer de la supuesta “normalidad”. Del mismo modo que el hecho de permanecer soltera, madre soltera o viuda, se consideraban razones suficientes para padecer el estigma social al que eran condenadas. Incluso, a pesar de dispensar cuidados, atender en los partos en unos tiempos en los que la atención médica no estaba al alcance de todas las familias.

 

Si nos paramos a pensar detenidamente, todas ellas fueron la antesala del feminismo, unas adelantadas a su tiempo que, a través de sus conocimientos en los remedios naturales, la medicina o como libre pensadoras han inspirado hoy la lucha por el empoderamiento de la mujer y la implantación de la igualdad como un acto necesario y justo. Herederas de un legado fraguado siglos atrás a través del patriarcado y de la religión como herramienta necesaria.

 

En la “Noche de Brujas” de Santa Lucía yo, definitivamente, no veo a esas brujas, no reconozco a esas brujas, ellas no están. Pero si veo claramente a las brujas definidas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “persona a la que se le atribuyen poderes mágicos obtenidos del diablo”, “Mujer de aspecto repulsivo” o “Mujer malvada”. En contraposición al “brujo”, vinculado a la sabiduría y desde luego más amable.

 

Detrás de ese título veo, por el contrario, a la mujer con verruga en la nariz, fea, envidiosa, la que siempre quiere cargarse a la princesa, siniestra, oscura,… la bruja de los cuentos, esos cuentos tradicionales que han servido como elemento perpetuador de los roles y estereotipos.

 

Son tiempos en los que las historias no se pueden contar de la misma manera, necesitamos construir otra historia presidida por la igualdad, y en este tránsito es necesaria la implicación de todos y todas. Existe una normativa para asegurar y promover la igualdad de derechos y en Santa Lucía contamos con un Plan Municipal de Igualdad en el que ampararnos. Por lo tanto, escribámosla de otra forma.

 

Si vamos a hablar de “Noche de Brujas” hablemos entonces de las que han sido invisibilizadas o asesinadas, de las que hoy luchan y trabajan incansablemente por la igualdad, es una cuestión de justicia. Si no es así, mejor una “Noche Embrujada”.

Artículo de Opinión

Julio Ojeda Medina

Secretario General y Portavoz del PSOE en Santa Lucía

2 comentarios en “¿De qué “brujas” hablan?”

  1. Por si no lo ha leído, en la web del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana lo explicaron desde el viernes pasado. “Recuperamos el nombre de ‘Noche de Brujas’ porque queremos reivindicar a estas mujeres que rompieron muchos moldes en su época, tenían conocimiento de la naturaleza y la medicina, no se conformaban con cumplir el papel al que las quería reducir la sociedad patriarcal, hay movimientos feministas de Europa y Estados Unidos que reivindican a las brujas como mujeres que hace siglos fueron rebeldes y fueron asesinadas precisamente por querer abrir las puertas a la libertad de las mujeres”. La concejala santaluceña recuerda que “esta reivindicación de las brujas como mujeres rebeldes se ha dado en el feminismo europeo desde hace décadas, ya en los años 70 del siglo pasado las feministas italianas salieron a la calle con el lema ‘tiemblen, tiemblen, las brujas han vuelto’, y el año pasado en manifestaciones del 8 de marzo en España se vieron pancartas que ponían: ‘Somos nietas de las brujas que no pudieron quemar’, por eso queremos sumarnos también a esos planteamientos de colectivos feministas que reivindican la memoria de unas mujeres que eran sabias, y que fueron torturadas y asesinadas precisamente por ser libres y por reivindicar la libertad”.
    En este párrafo hay cosas que me suenan a su artículo.

  2. Nota: Esta festividad, también conocida como la Noche de los Difuntos o la Noche de Brujas se celebra anualmente en muchos países. La fecha de Halloween es el 31 de Octubre. Concrétamente, la noche del 31 de Octubre al 1 de Noviembre, día de Todos los Santos.

    Creo que en este caso, volver a esa definición es un error que lleva aparejada una connotación negativa, que no está lo suficientemente justificada, por muchos argumentos que pueda aportar el actual equipo de gobierno del ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana.

    Ya puestos a mirar, podrían ponerle “La noche de los Finaos” y dejarlo en lo que era antiguamente para nuestra población, …” una noche de respeto a nuestros muertos”… y aún así, yo mismo no estaría de acuerdo, pues ya los llevamos con pena en el pecho y no hace falta recordarle a la gente que es …”la noche de los muertos”, por la relación con films cinematográficos que nada tiene que ver con el hecho, y máxime en esta época de pandemia.

    La denominación “Noche Embrujada” que este equipo de gobierno ha quitado es mucho más correcta para esta noche, al dejar al usuario de esa “festividad” interpretar a su libre albedrío y en base a sus creencias, una noche festiva, sin aparejarle una nueva y negativa carga a la mujer.

    Sean coherentes y devuelvan el nombre al que estaba por último, que más parece que hubiese un empeño específico en conseguir el efecto contrario a la lucha por acabar con las continuas humillaciones hacia la mujer; no se ofusquen en buscar justificaciones al cambio de denominación……”Si es denigrante para la mujer…. NO ES BUENO”

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