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UN DOMINGO DE JULIO “No estará de moda ser influencer”

Con frecuencia escucho a los hijos e hijas de mis amistades compartir su propósito de convertirse en influencer al ser mayores. La generación Alpha (descendientes de millennials) pasan, según un estudio realizado en 2019 por la AIMC (Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación), una media cinco horas diarias frente a una pantalla. Incluso existe un estudio realizado por una conocida marca de bebida destilada que concluye que el 40% de los y las jóvenes aspiran a convertirse en influencer a través de las distintas plataformas que existen.

 

La atracción del poder y la riqueza ejerce una importante influencia sobre el ser humano, se trata de algo indiscutible, aunque también no es menos cierto que el nivel de atracción no es igual en todas las personas, existen casos en los que el interés por el lucro es verdaderamente desmedido.

 

No es de extrañar, y preocupante a la par, que en algunas pupilas aparezca el símbolo del dólar cuando vemos que Ryan Kaji, con tan sólo nueve años factura, según la revista Forbes, veinticuatro millones de euros al año con su canal de Youtube.

 

No obstante y al hilo de lo acontecido a lo largo de la semana, creo que en breve la moda de ser influencer pasará a mejor vida, vistas las oscuras golondrinas que se volvieron gaviotas revoloteando por sede judicial, con los buches llenos de picotazos en forma de mordidas y comisiones.

 

Cuando la generación Alpha renuncie a sus cinco horas diarias frente al tiktok y decida leer las noticias, estoy convencido que centrarán su objetivo en ser comisionistas, a los que se les compran mascarillas y venden “más baratillas” a las administraciones públicas. Carecerá de la más mínima trascendencia obtener el mayor número de “likes” o seguidores. Lo importante será tener pocos conocidos o incluso familiares que de verdad sean influencers, que te abran la puerta de tus flamantes Ferrari, Lamborghini o McLaren o cuelguen en tu muñeca tres Rolex, entre otras minucias sin importancia (entiéndase la ironía).

 

Así la Audiencia Nacional ha condenado por tercera vez al Partido Popular a raíz del caso Gürtel, por beneficiarse de una trama en la que se usaron mordidas de contratos públicos para “pagar eventos” de la formación política. No es la primera, tampoco la segunda, es la tercera sentencia relacionada con esta trama.

 

La Fiscalía Anticorrupción ha continuado esta semana con el proceso que pretende esclarecer el controvertido contrato para la compra de mascarillas de la Comunidad de Madrid al hermano de la presidenta Isabel Ayuso. Y además también se ocupa del escándalo similar protagonizado por Luis Medina y Alberto Javier Luceño que vendieron cubre bocas al Ayuntamiento de Madrid, embolsándose alrededor de seis millones de euros en comisiones, vendiendo material que en muchos casos era defectuoso.

 

Afrontamos una época presidida por la decadencia de la cultura del esfuerzo, nadie quiere ser doctora, enfermero, enseñante, mecánica, electricista o albañil. Los modelos en los que se fijan nuestros jóvenes se encuentran muy lejos de casa, aunque para ellos y ellas sean prácticamente de la familia. Definitivamente algo no va bien.

 

Sin perder la esperanza en que cada cual se realice en su vida en lo que estime conveniente y que la cultura del esfuerzo, que también lo es de la dignidad, vuelva a presidir los ángulos oscuros de la política, desde este rincón compartiendo un nuevo domingo de julio.

 

Julio Ojeda  (Opinión)

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