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El novelista negro Vicente Corachán presentó en Maspalomas ‘Qué harías tú’, su último libro

  • El ex guardia civil del grupo antiterrorista e investigador privado denuncia la escasez de medios con los que operan los cuerpos de seguridad del Estado. “Apenas tienen tiempo para investigar”, dice.

El investigador privado y escritor Vicente Corachán Salinas, en excedencia como guardia civil de los servicios de información antiterrorista, presentó este jueves en la Casa de Saturninita, en Maspalomas, ‘Qué harías tú’, su quinta novela.

Vicente Corachán es catalán, de madre y padre catalanes. Nació en Cornellá en mayo de 1959, aunque desde niño vive en Sant Boi de Llobregat, una ciudad del área metropolitana de Barcelona de casi 100.000 habitantes, cuyo ajetreo diario le sirve de referencia para pergeñar los personajes, tramas y ambientes que dan armazón a sus novelas.

La segunda teniente de alcalde y concejala responsable del área de Educación y Cultura, Elena Álamo Vega, que lo acompañó en la presentación, agradeció al escritor que participara en esta iniciativa que se está potenciando por el servicio de bibliotecas del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana. “Es fundamental empezar a sembrar esta semilla para generar el hábito de la lectura y dar visibilidad a los escritores locales y foráneos que se acercan a este municipio de acogida”, dijo.

“Para mí es un lujo aportar un humilde grano de arena en apoyo de la cultura de San Bartolomé”, afirmó Corachán, que ofreció una semblanza nutrida de explicaciones, ejemplos e incluso anécdotas divertidas sobre su recorrido profesional como investigador privado, la profesión heroica que también ejercen los protagonistas de sus novelas, Gumersindo Hierro y Ezequiel Castillo.

Su labor de escritor, dijo, “nace de mi trabajo como investigador privado, pero también de la experiencia profesional de diez años en el grupo de información antiterrorista de la Guardia Civil”, una profesión que decidió aparcar para dar paz y tranquilidad a su familia.

Los libros

El primer libro de Vicente Corachán, ‘Un cadáver para un detective’, surgió a propuesta del director de la revista para la que escribía una columna mensual informativa, en la que alertaba a las familias sobre los peligros para los hijos. “Hasta entonces yo me había pasado la vida escribiendo, pero eran atestados para los jueces. Nunca había escrito en prosa. Me invitó a que lo hiciera porque decía que yo tenía muchas experiencias y cosas que contar del mundo negro y criminal”. Y lo hizo. Aquella opera prima, “escrita  muy a modo informe y sin capitulación”, resultó galardonada con el Premio de Novela Negra del Colegio de Detectives Privados de Cataluña, y el éxito y sus tres ediciones posteriores le obligaron a seguir escribiendo.

No obstante, los tintes de su segunda novela, ‘Olga’, ya no fueron tan biográficos como la primera, donde el protagonista, Ezequiel Castillo, encarnaba con mucha semejanza la propia vida del escritor. Por eso decidió crear un nuevo personaje protagonista: Gumersindo Hierro, “un hombre muy distinto, soltero y pendenciero”. Y el éxito de la segunda novela motivó una tercera, pero para ésta los lectores exigieron la vuelta del detective original, y Ezequiel, su alter ego, retornó como protagonista principal, pero compartiendo escenario con ‘Gumer’.

Esa tercera novela, ‘El miedo de Amanda’, “es la que me permitió conformar el mundo literario donde se sustenta el personaje de Ezequiel Castillo. La obra se convirtió en la primera parte de una trilogía de la que forma parte ‘Qué harías tú’, donde se narra un asesinato que la policía sobresee como muerte por robo, y que Ezequiel decide investigar”, contó el escritor, que tiene en el título ‘¿Estoy llamando a un detective?’, su cuarta obra.

 

Adrenalina y cultura

La adrenalina de la investigación activa apasiona a Vicente Corachán. Tanto que se ha diplomado en investigación privada, grafopsicología y documentoscopia, seguridad privada, criminalística y ciencias forenses por la Universidad de Barcelona. Y tanto más que incluso le ha llevado a crear eventos culturales literarios de novela negra y espionaje como los festivales ‘Esparraguera Negra’, ‘Collbató Negre’, ‘Cubelles Noir’ y ‘Cornellá Negra’. Desde el 2020 es el comisario de las Jornadas de Novela Negra y Espionaje ‘Sant Boi Negre’.

 

La crítica

El autor reconoce que en sus historias literarias ficciona y redondea casos reales que ha experimentado como investigador privado durante los últimos 33 años, y que sus novelas “llevan una carga de crítica social. La parte policial y judicial que conozco tiene muchos flecos que pueden arreglarse”. Al respecto advierte de la escasez de medios humanos y materiales con los que trabajan los cuerpos policiales. “Son muchos los casos a los que deben enfrentarse y apenas disponen de recursos y del tiempo necesario para poder investigar”.

En ese sentido, reconoce que los cuerpos de seguridad del Estado van a contrapié de la evolución del crimen. “Estamos vendidos. Ahí está el reciente caso de Barbate. Es ridículo. Todo el mundo sabe que tenemos un déficit de posibilidades personales y materiales en todos los sentidos. En Estados Unidos no habría pasado, los agentes le habrían disparado a los motores de la lancha”, dice.

“Las leyes policiales y de seguridad en España se hacen a nivel político y con las jefaturas de las policías, mientras que en otros países las hacen técnicos y profesionales perfiladores, criminalistas y criminólogos que son los que verdaderamente conocen la criminalidad”, denuncia Cocharán.

 

Los adulterios

Corachán contó que “los casos de cuernos ya casi no se investigan porque el adulterio ya hace tiempo que dejó de ser delito y porque los hombres no piden que se investigue a sus mujeres porque les cuesta más pillarlas, mientras que ellas los pillan a ellos enseguida porque se afeitan más, se peinan, se cambian de ropa…cosas que antes no hacían. Lo que suelen pedir ellas son fotos para juicios de custodia y, sobre todo, para demostrar y quitarse una espina, que lo sepan las hermanas, la suegra, las hermanas y los hijos… y no las tomen por locas”.

Corachán también explicó que para su desempeño como investigador utiliza grabadoras, micrófonos, teleobjetivos, lapas de seguimiento e incluso pelucas. “Cualquier medio legal permitido que nos sirva para aportar pruebas de juicio que no puedan desestimarse. En alguna ocasión he tenido que cambiarme hasta tres veces de camisa de distinto color”, contó.

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