La hemeroteca es traicionera. Y la realidad, todavía más. En enero de 2018, el alcalde Marcos Aurelio, su concejal de Seguridad y el comisario de la Policía Local se embarcan en una aventura institucional que ni el cine de Berlanga se atrevería a rodar. Su destino: Ávila, cuna de la Escuela Nacional de Policía (ENP). Su objetivo: firmar un convenio para que los futuros policías locales de San Bartolomé se formasen allí. Su verdadera misión: conseguir una buena foto, un titular con barniz nacional, y, ya que estamos, probar los famosos judiones y un buen chuletón, regado con Ribera del Duero, a costa, imaginamos, del erario público.
Prometieron, anunciaron y hasta solemnizaron que nuestros nuevos agentes de la Policía Local de San Bartolomé de Tirajana serían los primeros en España en formarse en la ENP, como si estuvieran construyendo el AVE entre San Fernando y Ávila. La prensa recogió aquella “hazaña” con entusiasmo, y las redes institucionales se llenaron de frases épicas… y de humo. Mucho humo…
Porque lo cierto, lo tozudo, lo que no aparece en las fotos, es que durante toda la legislatura 2015-2019, Marcos Aurelio y Jose Carlos Álamo no convocaron ni una sola plaza de Policía Local. Ni una. Ni siquiera un simple proceso selectivo abierto. La promesa de formar a policías que no existían rozaba ya lo mágico. Es como inaugurar un hospital sin médicos o montar una paella sin arroz. Gestión imaginaria con denominación de origen.
Mientras tanto, el comisario seguía aferrado a su sueño castellano, quizá esperando ver desfilar a los nuevos agentes por la explanada abulense de la escuela de la Policía Nacional con el escudo de San Bartolomé de Tirajana bordado en el pecho. Pero claro, la cruda realidad es que las 18 plazas que tomaron posesión en junio pasado en el Palacio de Congresos de Maspalomas son herencia directa del trabajo iniciado por el anterior gobierno municipal (PSOE–Nueva Canarias). Lo mismo ocurre con la OPE actual de 32 plazas: algunos solo han llegado a tiempo para la foto y las tijeras, como quien pone el broche final a una obra que nunca empezó, como las “inauguradas” en estos últimos meses por el alcalde, que vienen también de la anterior legislatura.
Y si la ironía necesitaba escenario, el pasado 30 de junio lo puso el Gobierno de Canarias: celebró en San Bartolomé la clausura del mayor curso de formación básica de policías locales, con participación de nuestros agentes, formados (como no podía ser de otra forma) en la Academia Canaria de Seguridad. Es decir, ni Ávila, ni tren, ni convenio. Solo realidad canaria, con acento propio.
La estampa fue impagable. El comisario de la Policía Local, aquel mismo que soñaba con las aulas castellanas y los desfiles abulenses, se le pudo ver pasando revista a los nuevos policías locales de Canarias —sí, todos locales, ni rastro de Policía Nacional, por mucho que le duela—, desfilando con gesto altivo y puntillas estratégicas, como quien intenta ganar unos centímetros de mando ante la evidencia. Lucía una chaqueta que parecía más bien un expositor de ferretería, repleta de insignias y chapas que uno ya no sabe si son por méritos, por peso acumulado o por colección de feria. Al otro lado, en contraste absoluto, el jefe de la Policía Autonómica: discreto, sin alardes, sin medallas ni fuegos artificiales. Solo profesionalidad y naturalidad. Una postal perfecta del postureo frente a la vocación.
Un ejercicio de contorsionismo institucional digno de premio: revisar a los mismos agentes que jamás iban a ser formados aquí según sus planes de 2018. Y es que, cuando el relato se derrumba, solo queda el silencio… o la cara de póker. Pero eso sí, la foto se la volvieron a hacer. Para el álbum.
Por supuesto, nadie ha explicado aún cuánto costó aquel viaje de 2018. Aunque todos sabemos que, entre firma y firma, hubo tiempo para chuletones, brindis y promesas que, como tantas otras de Marcos Aurelio y compañía, jamás se cumplieron. Eso sí, la foto quedó para el recuerdo. Como tantas otras. Todo a cuenta de los tirajaneros, eso sí, sin formación efectiva que justificar.
Y si alguien esperaba algún día conocer cuánto costó el viaje institucional a Ávila, que se acomode: no hay rastro de facturas, memoria justificativa, ni papelito olvidado en el tablón de anuncios. Lo único que quedó fue la digestión del chuletón, las fotos con sonrisa oficial y el relato de una epopeya sin épica, donde lo más formativo fue el maridaje y lo más operativo, el brindis. Mientras la Policía Local vivía su travesía del desierto sin agentes, sin academia y sin OPE, ellos recorrían Castilla con el entusiasmo de un grupo de Erasmus con cargo al capítulo II del presupuesto.
El comisario, por su parte, continúa anclado en su sueño abulense, quizás alimentado por la nostalgia de sus tiempos de alumno en la Escuela Nacional de Policía. Allí cursó sus estudios como Policía Nacional y, desde entonces, parece empeñado en revivir aquella época como si el municipio entero fuese un decorado de sus recuerdos. Ni la realidad, ni la lógica, ni los 18 agentes formados en casa le hacen renunciar a su desfile emocional: reparte medallas como si fueran cupones del Spar y aparece en cada ceremonia como actor principal de una película que ya nadie proyecta. Todo muy solemne. Muy marcial. Muy vintage.
Y ahora, como cierre de guion, corre el rumor de que el próximo año el Gobierno de Canarias podría asentar en Maspalomas —concretamente en El Tablero— una sede permanente de la Academia Canaria de Seguridad, desde la que se formarían policías locales de todas las islas… e incluso agentes de la Policía Autonómica. Una doble bofetada pedagógica con denominación de origen. Porque no hay mejor antídoto para los delirios de grandeza que ver cómo el plan B se convierte en sede oficial.
Sin salir del municipio. Ni falta que hace.
Epílogo: Ávila era solo un cuento
Y ahora, como guinda al relato, mientras los nuevos agentes ya prestan servicio en su tierra y formados en Canarias, queda flotando una pregunta incómoda: ¿qué fue de aquel convenio firmado en 2018 con tanto titular, viaje, carne roja y vino tinto? ¿Dónde quedó la epopeya castellana que vendieron a bombo y platillo?
Quizá Ávila fue solo una excusa. Porque en política, a veces lo importante no es formar agentes… sino fabricar titulares. Y en eso, algunos son verdaderos expertos.
Pero la realidad, al final, siempre pasa revista. Y no perdona las medallas de hojalata.
🛡️ Nota legal de protección de derechos
Este texto refleja una opinión crítica de carácter político y sindical, basada en hechos públicos, valoraciones legítimas y percepciones del funcionamiento institucional. No constituye imputación de delitos ni acusación formal contra ninguna persona física o jurídica.
Cualquier referencia a terceros se hace con finalidad informativa, satírica y de crítica social, al amparo de los derechos fundamentales de libertad de expresión (art. 20 CE) y libertad sindical (art. 28 CE), conforme a la jurisprudencia consolidada del Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Digitalfarocanarias.com